Las
callosidades son el producto del sistema de protección que tiene la
piel contra una fricción o presión repetida. Su aparición es,
frecuentemente, el resultado del uso de calzados inadecuados.
Los callos pueden llegar a medir hasta 2,5 cm de largo y están
constituidos por una gruesa capa de piel muerta. Pueden verse
normalmente en la parte inferior del pie, en especial debajo del talón,
al lado del dedo gordo y sobre un juanete.
Por eso, es útil tomar nota de una serie de consejos para prevenirlos o tratarlos de manera natural.
Mezclar la pulpa de un ajo picado con un poco de aceite de oliva y
extender sobre los callos. Tapar con una venda, dejar mínimo por dos
horas y enjuagar. Repetir hasta que desaparezcan las callosidades.
Macerar en vinagre una hoja de puerro durante 24 horas y luego aplicar
sobre el callo por la noche y al día siguiente raspar con una piedra
pómez. Repetir durante una semana.
Exprimir el jugo de un limón y mezclarlo con un diente de ajo previamente machacado.
Aplicarlo sobre el callo por la noche. Luego, introducir el pie que
tiene el callo dentro de una bolsa de plástico sobre y luego una media.
Dejar puesto hasta la mañana. Después quitar la mezcla frotando el callo
lo más que pueda con una toalla áspera o un cepillo duro.
En ningún
caso se deben cortar los callos con máquinas de afeitar, tijeras u
otros instrumentos afilados, ya que puede ocasionar infecciones.
Antes de tratar un callo, se recomienda remojar el pie en agua
soportablemente caliente durante varios minutos. Después se puede usar
una lima para callos o piedra pómez con el fin de abrasar ligeramente la
zona y eliminar las capas superiores de piel. Finalmente, se puede
aplicar algo de crema para las manos para ayudar a deshacerse de la piel
endurecida.
Usar una vendita adhesiva para la zona específica,
pero no usar las que se envuelven por completo alrededor del dedo del
pie, pues el abultamiento puede causar irritación e incomodidad.
Estirar los zapatos. A veces el alivio a un callo difícil se obtiene
estirando los zapatos para evitar la presión que causa la fricción. Para
ello, se puede consultar con un zapatero.
Evitar el uso de
calzado que no se ajuste a la forma del pie ya puede crear algún tipo de
fricción que luego resulta en la formación de un callo.
Evitar
el uso de zapatos con tacón excesivamente altos, ya que el pie se
desliza justo hasta la parte delantera del zapato, apretando todo en un
espacio demasiado pequeño. Si debe usar este tipo de calzado, se
recomienda la adquisición de aquel que tenga almohadillada en la zona
delantera del pie.
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